Comentario
El proceso de liberación del territorio heleno abrió en el país un período de inestabilidad que habría de conducirlo a una guerra civil de tres años de duración. Tras las sucesivas declaraciones de guerra de Rumanía y Bulgaria al Reich y las subsiguiente ocupación de estos países por el Ejército Rojo, las fuerzas alemanas estacionadas en Grecia comenzaron a ser evacuadas hacia el norte. Aparte del empuje soviético, la presencia británica desde el Mediterráneo amenazaba de forma cierta a estos efectivos de una Alemania ya declinante. Quedaban sin embargo contingentes germanos en Creta y en las islas del Dodecaneso, de soberanía italiana. Pero el abandono prácticamente pacífico de las posiciones mantenidas en el continente ponía fin a la que había sido una de las ocupaciones más duras sufridas por la Europa de Hitler.
El día 4 de octubre de 1944, las fuerzas británicas realizan su primera acción de desembarco en la zona de Patras, sin encontrar resistencia. La previa marcha de los alemanes haría posible, de esta forma, la liberación del país, que se realizó en cinco semanas. Sin embargo, el profundo enfrentamiento interno que dividía a las fuerzas que integraban la activa resistencia se había manifestado ya con anterioridad de forma clara. Solamente la actitud británica, que actuaba drásticamente en contra de estas actitudes debilitadoras había sido capaz de mantener una teórica unidad. Esta, sin embargo, llegado el momento de la liberación mostraba su inexistencia y las irreconciliables divergencias que separaban a los sectores enfrentados en cuanto a principios e intereses.
Ello hacía que ninguno de estos dos ejércitos -el EDES, republicano democrático- y el ELLAS -comunista- pudiese presentarse como exclusivo depositario de la soberanía nacional. Ambos sectores tenían, sin embargo, un elemento en común: su absoluto rechazo a la restauración de la desacreditada monarquía. Esta, por su parte, tenía en Winston Churchill su principal valedor, que se oponía rotundamente a la proclamación de una república, y mucho menos si ésta fuese de corte soviético, tal como exigían los partisanos comunistas.
En el mes de abril de 1944, se había producido una rebelión muy extendida en el interior de las fuerzas armadas griegas estacionadas en Egipto. Fue dura e inmediatamente reprimida por las fuerzas británicas, pero sirvió de la forma más evidente para demostrar la generalización del malestar creado ante la posibilidad de una retorno del monarca. Churchill, entonces, tratando de contener el previsible deterioro de la situación, decidió organizar un Gobierno de concentración nacional, que bajo la presidencia de Papandreu integrase a la totalidad de las fuerzas políticas existentes.
Sin embargo, esta obligada solución no fue capaz de detener el conflicto, y el día 3 de diciembre de 1944 se iniciaron los combates. Las fuerzas de la resistencia habían conservado sus armas, y en un plazo de tres semanas de dura lucha los comunistas dominaban la mayor parte del país, a excepción de las grandes ciudades y otros puntos de la costa. La acción de las tropas británicas enviadas desde Italia produjo un vuelco en la situación. El 13 de enero de 1945, el ELLAS se ve obligado a aceptar una tregua. De la misma forma en que había sucedido en Egipto, los británicos actuaron con gran dureza, lo que provocó una fuerte oleada de protesta en los países occidentales. Mientras, Stalin se abstenía por completo de reaccionar, en virtud del acuerdo por el que Grecia quedaba incluida dentro de la órbita anglosajona a cambio de la totalidad del resto del espacio balcánico.
En Navidad, Churchill se había desplazado personalmente a Atenas con el fin de conseguir una estabilización de la situación. A pesar del obligado acuerdo, el problema seguía abierto, mientras que el ámbito político se organizaba precariamente bajo la regencia del arzobispo Damaskinos. Desde el exilio, Jorge II proclamaba mientras tanto que no volvería a Grecia a menos que fuese llamado por la libre y clara expresión de la voluntad nacional. Hasta el mes de mayo de 1945, en que se produce la rendición de Alemania, estarían estacionadas tropas del Reich en las islas del Egeo, que habían sido trasladadas a ellas en octubre del año anterior al producirse la evacuación del territorio continental.
El único Estado de la región que, junto con Turquía, quedaba libre de la presencia soviética, emprendía de esta forma un camino que le llevaría a una progresiva inestabilidad, y que en el plazo de pocos meses haría estallar el conflicto civil que no se cerraría hasta 1949. Durante el mismo podría comprobarse ya de forma manifiesta la sustitución de la decaída Gran Bretaña por los Estados Unidos como elementos decisor en el ámbito mediterráneo.